miércoles, 29 de septiembre de 2010

Dios me ayude...

La nada de nuevo. Me encuentro en la nada. No veo nada y nada me ve a mí. Punto muerto. Neutral. Vida espléndida la de hace poco, y las preocupaciones han vuelto a mí. Una vez que hay preocupaciones, tan solo una maldita preocupación en mi mente, la sensación de felicidad se ve atentada y amenazada. Huye para no volver y a esperar a que otra sensación de esta felicidad vuelva.

La sensación de felicidad se va fuera, sin querer irse a su nuevo destino. Yo también me voy sin saber si seré feliz o no. A muchos niños pobres de mundos más pobres que el mío, incluso más pobres que la España de Zapatero, les han enseñado que la educación en nuestros países es lo mejor de la infancia... La infancia ya ha pasado. Esto es la guerra estudiantil, y aquí sobreviven unos pocos y morimos el resto.

Es así. Una lucha que no está en tu mano. La universidad MIENTE.
¡Dios me ayude a llegar donde quiero!

domingo, 12 de septiembre de 2010

Felicidad y estrés

Fiesta! Bachiller en el bolsillo! Fiesta de nuevo! Unos días de tranquilidad! Otra fiesta!
La verdad es que el verano está acabando con un sabor de boca muy divertido, desde luego nada aburrido. Porque siempre hay algo que hacer. Siempre hay algún evento o algo que tenemos en la cabeza para hacer en estos días en los que el verano parece finiquitado. Son unos momentos de felicidad por los logros conseguidos, por el verano cumplido, por la unión entre compañeros que parece que finalmente se cumple y no son solo gente con la que salgo, sino que están más cerca estos días. Se agradece.

En fin... Buen verano, y lo que queda (esto lo digo a 13 de septiembre).

¿Por qué estrés? Pues porque mañana tengo selectividad. Y aquí estoy, escribiendo en esto para que no me lea nadie. Pero es que por la madrugada antes de acostarme debo hacerlo. Lengua, filosofía e inglés es lo que me espera el martes día 14. Debo ir motivado y convertido en un hombre de guerra con la única palabra que puede quedar en mi mente: APROBADO. Sólo si pienso en ello, lo conseguiré. Es lo último para relajarme del todo y vivir mis pequeños días de final de verano sin mucho más en la cabeza que la admisión en magisterio. Aparte de eso, no tengo que hacer nada más para dejarme los ojos en un libro hasta la universidad. Hasta entonces.